-¿Qué te pasa?
-Estoy deprimida.
-¿Y eso?
-Nada, tonterías.
-¿Es acaso la hipocresía de la gente lo que te deprime? ¿El tener que encajar en una sociedad a la que no perteneces? ¿Que tengas que fingir una sonrisa delante de todos cuando es mentira?
-¿Qué dices? Soy feliz. Vale, sí, puede que mi vida no sea perfecta, pero estoy bien con mis amigos, con mi familia y con mi pareja. Es la música lo que me deprime.
-¿Hablas en serio? Pero si la música es una de las mayores fuentes de inspiración que hay en todo el mundo. Te transporta a otros lugares, te hace llorar, reír... ¿Qué tiene de malo?
-Es una música estancada, bastante morbosa. No sabe tratar de otra cosa que no sea o sexo o la muerte. Me parece muy bien que los cantantes estén cachondos y necesiten tirarse al primero que ven en una discoteca, pero ¿no piensan que, al final, resulta un poco cansino? En cuanto a lo de la muerte no hace decir por qué deprime. ¿Qué ha pasado con la otra música, la música que enseñaba unos valores? La música antes era de otra manera, y lo más deprimente que podías oír era una canción sobre el desamor. No quiero decir que ahora no haya canciones que hablen de otras cosas, pero no es lo que más se oye en la radio, ¿o me equivoco?
-Podrá resultar todo lo cansino que quieras, pero la música más comercial suele hablar siempre de sexo, o al menos lo insinúa. Y la música sobre la muerte, no habla realmente sobre ella, sino sobre los sentimientos del cantante que los plasma de esa forma. ¡Ah, y te olvidas de las canciones que hablan de las fiestas o de las drogas!
-No me he olvidado. Tarde o temprano, acaban hablando de sexo. No falla nunca -saca su MP3 del bolsillo-. Y como, por desgracia amigo, mis quejas no van a cambiar nada, voy a escuchar música para deprimirme un poco más.