Hoy quería hablar sobre un problema que, si eres escritor, te habrá ocurrido alguna vez. Me refiero al temido "bloqueo" que, en ocasiones, nos impide escribir con tranquilidad y nos invade con preguntas como: ¿Vale la pena continuar con esto? o ¿Para qué?
Todo comienza en el momento en el que creas una historia, en cuanto la misma idea aparece en tu mente sin avisar siquiera. Parece muy fácil: introducción, nudo y desenlace. Después de todo, somos escritores y eso es lo que hacemos, ¿no?
El principio es bastante sencillo y, si soy sincera, la parte más entretenida de todo el libro; estás desarrollando una idea que llevas estructurando con tu imaginación durante algún tiempo, la adrenalina corre por tus venas a la par que escribes en tu ordenador, libreta, etc. Es divertido presentar a los personajes principales, a los no tan importantes, crear un pasado en sus vidas, inventar una sociedad muy diferente a la actual (en el caso de que el género de tu historia sea futurista), y documentarte un poco sobre algunos sitios y hechos pasados antes de representarlos en tu libro.
El dilema aparece en el instante en el que te acercas al nudo; la mayoría de las veces tendrás que narrar capítulos que no son del todo interesantes sólo para que se den a cabo aquellos acontecimientos que son claves para que la trama tenga sentido, aquél que tú quieres proporcionarle. Es entonces cuando comienzas a sentir ese bloqueo.
Lo primero que sientes una vez haya aparecido en tu vida será agobio, aquella historia por la que habías apostado tanto se volverá algo pesada, haciendo que tu fascinación por ella disminuya hasta el punto que una vocecilla empiece a susurrarte si lo que estás haciendo es tan bueno como pensaste en un principio, si merece la pena escribir algo que no te va a servir para nada o, incluso, si has nacido para esto.
Pero ahí no acaba el asunto, un día te invade una nueva idea sobre un libro aún mejor hasta que consideras necesario dejar el actual por el nuevo. Cuando quieres percatarte de la situación, te encuentras en una interminable espiral que te imposibilita imaginar con claridad algo sin sacarle una pega.
Como persona que ha pasado por ello (creedme, un montón de veces), es importante desechar de tu mente todo pensamiento negativo sobre tu trabajo, porque éste es diferente a los demás y eso lo hace especial. Hay que luchar por terminar la historia con la que tanto has trabajado y pensar que ese esfuerzo será recompensado con grandes creces en un futuro no tan lejano.
A veces, este bloqueo también está infundado por el miedo de lo que piense la gente en cuanto lea tu historia (si puede parecer demasiado cursi, siniestra, aburrida...). De ser así el problema, siempre puedes pedirle a alguien cercano que la lea, si es que no la subes a Internet. No sirve la excusa de me da vergüenza; comprendo que tengas "miedo", pero si de verdad quieres ser escritor, hay que enfrentarse a aquello que temes, y eso se hace desde ya.