Ahora estoy mirando la ventana que hay al lado de mi cama. Aquella que utilizabas para tirarme piedras y que acabaste rompiendo una de las veces; porque reconozcámoslo, solo en la ficción las ventanas permanecen irrompibles incluso después de tirar un pedrusco con toda tus fuerzas. Así fue nuestro amor, que se rompió a pedacitos mientras ¡el pegamento sujetaba los pedazos con fuerza para mostrarse intacto. Cuando la ventana estaba cerrada, era la gruesa lámina de cristal que nos separaba, y cuando estaba abierta, el medio que nos permitía estar más cerca. Las gotas secas que hay ahora la lluvia de ayer, o ¿quién sabe? tal vez puede que sean mis lágrimas, me ayudan a recordar todas esas noches de tormenta de verano en las que ambos nos metíamos debajo de las sábanas para hacer algo más que escondernos de los truenos.
Y ahora que todo esto se ha acabado y no va a haber ningún diablo rojo otra vez colándose por mi ventana la escondo con cortinas para hacer como si nunca hubiese existido.
Y ahora que todo esto se ha acabado y no va a haber ningún diablo rojo otra vez colándose por mi ventana la escondo con cortinas para hacer como si nunca hubiese existido.