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miércoles, 29 de abril de 2020

Somos actores

Imagen de Anastasia Shuraeva

Sarah tiene dieciocho años y es actriz. No, no actúa en ningún escenario y no ha salido en tu serie favorita, es actriz de la vida, ha creado su propio personaje en torno a su persona. 

De pequeña, cuando jugaba con sus amigos, todos fingían ser alguien que no eran. Ya sabes, la Sirenita, Cenicienta o Hermione Granger, depende del día. Sin embargo, una vez todo esto terminó, ella continuó actuando de cara a los demás. Fue el momento en el que vio que su situación en casa era muy diferente a la de sus amigos, no comprendía cuál era el problema pero simplemente su vida era distinta. ¿Peor que la de los demás? Todavía no lo podía saber con certeza.  Pero no podía ser sincera, veía lo que otras personas de clase hacían con los que no encajaban, los marginaban. Eso no le iba a ocurrir a Sarah, ella luchó por ser una más, incluso si para ello tenía que mentir.

Pero no son mentiras realmente ¿no?se excusaba– Quiero decir, al final, no contar la verdad no es mentir, simplemente es guardarte cosas para ti. 


Con esa "razón", día tras día, escondía sus lágrimas en un pañuelo, los gritos que escuchaba en sus auriculares y su apatía en una sonrisa. Y así fueron pasando los años, hasta que Sarah se acostumbró representar el papel de la alegría y la vida plena, pero solo delante de sus amigos, quienes se habían convertido en sus focos y cámaras. Era feliz, por fin había conseguido creerse su papel, ya era toda una protagonista de película.


A día de hoy, Sarah continúa siendo la actriz perfecta de su vida imperfecta. Esta historia no tiene moraleja porque, tras llegar a la edad adulta, sabe que no solo ella ha narrado su propio cuento inventado, son muchos los que esconden las mayores tristezas en el bolsillo del pantalón.

lunes, 27 de abril de 2020

Querido arrepentido

Imagen de Alexander Shustov

Querido arrepentido,

Sé que estás ahí, detrás de las sombras, lamentándote otra vez por tus acciones. Estás tan anclado en el pasado que has perdido el rumbo del presente y la brújula del futuro. ¿Por qué hice esto?, vuelves a preguntarte como si el silencio fuera a responderte. 

Tal vez hiciste daño sin querer a alguien que te importaba o quizás arriesgaste todo para después perder. Arrepentirse es de humanos, pero me da la sensación de que acordarte del pasado te está paralizando. Déjame decirte que si no fuera por tus acciones te habrías perdido muchos momentos que ya no podrías recuperar.

Hay gente que constantemente se esconde en su burbuja de cristal viendo la vida pasar, sin evolucionar a lo largo del tiempo. Tú, en cambio, decidiste romper ese refugio y salir a la calle a comerte el mundo. ¿Te equivocaste? Como todo el mundo que le pierde el miedo a vivir, todo tiene sus consecuencias buenas y malas. 

¿Por qué no piensas mejor en las personas que conociste, en los recuerdos alegres que quedarán para siempre en tu memoria? ¿En todo lo que has crecido? Y, sobre todo, en que cuando mires atrás al final de tus días, acabarás agradeciendo a tu yo más joven por todas las experiencias que viviste. 

¿Qué quieres que te diga, arrepentido? Prefiero formar parte de tu grupo de lamentos que unirme a aquellos que, por temor, han fabricado su propia burbuja de cristal. 

sábado, 25 de abril de 2020

Dicen que el tiempo lo cura todo

Imagen de Jorge Flores

Dicen que las rupturas amorosas son las más dolorosas, pero no siempre es así. Para Alice, nada le encogerá el corazón más que recordar su antigua amistad con Lenah. 

La conoció en tiempos convulsos de la adolescencia, cuando cualquier emoción se siente con más fuerza que una vez se alcanza la edad adulta. Para Alice, la llegada de Lenah no era la de una amiga cualquiera. Era una persona con la que compartía los mismos hobbies, gustos y formas de pensar, algo que en esa época le parecía difícil de encontrar. 


Cuántas conversaciones. 
Cuántas risas.  
Cuántos "cuando seamos mayores haremos/iremos/hablaremos...".


Dicen que el tiempo lo cura desordena todo. La gente se hace mayor, cambia y eso a veces pasa factura a las amistades, como la de Alice y Lenah. Conforme pasaron los años, poco a poco dejaron de ser inseparables, y acabaron convirtiéndose en extrañas. Alice se percató de cómo iba pasando todo esto sin poder hacer nada para evitarlo, la realidad se le escapaba de sus manos. 

Tal vez Lenah se estaba alejando. 
Tal vez era Alice la que se estaba apartando. 
Tal vez, de alguna forma, ambas decidieron seguir caminos diferentes. 



Dicen que la gente viene y va, como si por eso el fin de una amistad fuera menos importante. Y es que acabar una relación con el silencio lo convierte todo en un puñal muy afilado que amenaza siempre con herirte.

Han pasado los años y, aunque Lenah ya es un fantasma del pasado, a veces Alice se sigue acordando de ella: siempre con ternura, normalmente con agradecimiento y a veces con pena. Aún así, en los tres casos Alice no deja de pensar: 

¿Qué podría haber hecho para que todo fuera diferente?
¿Pensará alguna vez en mí y de todo lo que vivimos juntas?
¿Volverán un día las cosas a como eran antes?

Pero ni la omnipresencia ni los viajes en el tiempo son su don como para obtener esas respuestas. 

miércoles, 22 de abril de 2020

Detrás de la pantalla

Imagen de Leon Seibert

Hace unos meses, conocí a Jenna (me ha pedido expresamente que no dé su verdadero nombre), una tarde de café y reflexiones a través de unos amigos comunes. Me contó su historia, cómo dejó de vivir en la realidad para pasar a ser un reflejo de alguien que no era en las redes sociales. 

En un primer momento pensé que se trataba de otra persona más atraída por la parte bonita del mundo virtual: seguidores, colaboraciones con marcas y muchos muchos viajes. Pero después de una conversación distendida, me aclaró que ella en ningún momento buscaba fama, no se veía capaz de llegar a tener cientos de miles de seguidores como otras personalidades. Ella lo que quería era aparentar una vida que no tenía. 

Dejad que os haga un inciso, Jenna no había tenido nunca una vida fácil, nada que ver con el maravilloso día a día de sus amigos. Con la aparición de las redes sociales, todavía empeoraba la situación, ¿es que todos eran felices menos ella? Así que, como todos aunque ella todavía lo desconocía, comenzó a fingir y a forzar su mejor sonrisa. 

Con la cámara del móvil en la mano, podía pasarse mañanas enteras haciéndose fotos para ver en cuál salía más guapa y natural. También le gustaba subir imágenes y vídeos con su ahora ex novio, le encantaba mostrarle a la gente lo bien que les iba en la relación. Lo que nadie sabía es que ella le había vuelto a perdonar por serle infiel

Las horas pasaban detrás de la pantalla viendo cómo, a pesar de todas las mentiras que ocultaba su sonrisa, el resto seguía pareciendo más feliz. ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Por qué a ellos les iba tan bien y ella tenía que seguir escondiendo su mísera realidad? 

Pero el caso es que su situación no era tan mala, la gente empezó a creerse que Jenna era un adalid del optimismo y la alegría y comenzaron a seguirla en sus redes sociales. Muchos le escribían confesándole que la idolatraban, que les gustaría ser como ella. Esto todavía la hundió más, porque realmente querían a la Jenna de mentira, no a la de verdad. ¿Y si la conociesen? ¿La adorarían tanto? 

Pasaron unos meses hasta que se hartó de la situación, aunque esto no ocurrió hasta que tuvo una conversación con su amiga Alexandra. Esta última le confesó que lo había dejado con su pareja, lo que sorprendió a Jenna, quien había visto en constantes ocasiones el gran amor que se profesaban por redes sociales. 

–Todo mentira, Jenna –le aclaró–. En realidad hacía meses que había dejado de quererle, pero no me atrevía a dar el paso. 

Esto llevó a Jenna a reflexionar, quien se dio cuenta de que las redes sociales no le habían ayudado a llevar la vida que deseaba, sino a colorearla de mentiras. De la noche a la mañana, se cansó de tener que fingir ser una persona que no era, sonreír a todas horas y los dichosos filtros que te ponen más labios. Sin explicaciones, decidió borrar sus redes sociales y sumergirse en la vida real, con su lado bueno y su lado malo, pero al final real. 

Jenna consiguió darse cuenta de que las redes sociales no lo son todo, que lo único que tenemos es el presente y que este no se esconde detrás de la pantalla. Por desgracia, Jenna no existe realmente, pero dentro de nosotros, todos llevamos un poco de ella fingiendo ser quienes no somos. Tras las imágenes, los filtros y las sonrisas seguimos sus pasos, todos somos Jenna. 

lunes, 20 de abril de 2020

Cuando todo pase

Imagen de Yoann Boyer

Las conversaciones y las redes sociales están plagadas de los planes que vamos a realizar cuando todo pase. Pensamos en el próximo restaurante que vamos a visitar, en el primer baile y en el desenfreno que nos acompañará cada noche, porque ¿quién ha hablado de descansar? 

Y es que el ser humano es así, nos olvidamos de lo que es importante a pesar de los constantes azotes de la vida. Tratamos de reducir nuestro malestar a las copas que no hemos tomado o a no haber visto el último estreno de tu director favorito. 

¿Por qué no pensamos realmente en lo fundamental, lo que realmente se ha visto amenazado con el confinamiento? 


Pensemos en los continuos besos y abrazos que nos vamos a dar, sin importar qué tipo de relación tengamos. En las tardes llenas de risas y lágrimas con la gente que nos importa. En las quedadas imprevistas con amigos cuando has tenido un mal día y que consiguen cambiarlo completamente. En las reuniones familiares. Pero, sobre todo, en olvidar ese constante miedo de que les pueda pasar algo malo a nuestros seres queridos. 

Cueste lo que cueste, conseguiremos salir reforzados de este bache y espero que cuando todo pase lo hagamos siendo mejores personas. 

sábado, 18 de abril de 2020

Tic tac, estás creciendo



¿Crecer? ¿Qué significa crecer? 

Crecer no significa ver tus fotos antiguas y rehuir de ellas como si fueran parte de un pasado oscuro al que no quieres volver.  Menos mal que ya no existe Tuenti y las de Facebook las borraste hace tiempo. 

Crecer no significa burlarte de las personas más jóvenes que tú porque crees que todavía les queda mucho por aprender. Hace diez años tú eras igual, pero eso ya no tiene importancia

Crecer no significa poder entrar a esa discoteca a la que tenías tantas ganas de ir. Si tampoco era para tanto... y encima ponen la misma música comercial de siempre. 

Pero, sobre todo, crecer no significa tener tu propio trabajo. En el fondo echas de menos la época de estudiante, reconócelo. 


Pero entonces, ¿qué es crecer? 

Crecer significa darte cuenta de que a los 15 no tenías las respuestas de todo, aunque fueras dando lecciones de vida. Pero ni siquiera las tienes a los 25. ¿No se suponía que debías tener ya todo claro? Si tus padres con esa edad ya te tenían, ¿qué estás haciendo con tu vida? 

Crecer significa ver que lo que te apasionaba a los 15 ya no despierta nada dentro de ti, no te llena como antes lo hacía y posiblemente no lo vuelva a hacer. ¿En qué momento cambiaste? 

Crecer significa percatarte de que las amistades por las que habrías dado tu vida a los 15 años se extinguieron como la mecha de una vela cuando esta se consume. Ahora solo quedan las redes sociales, donde os dais mutuamente like. Espera, no me ha quedado claro, ¿entonces seguís siendo amigos o no? 

Pero, sobre todo, crecer significa aceptar la paradoja de que todavía te queda un largo camino de aprendizajes, pero que este puede acabar en cualquier momento. Solo espero de que te des cuenta antes de que sea demasiado tarde.