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sábado, 6 de junio de 2020

Ni el bueno es tan bueno

Imagen de Sasha Freemind

Recuerdo todas aquellos momentos que pasamos juntos, aquellas ocasiones en las que no podíamos parar de reír, teníamos la certeza de que no iban a acabar nunca. O eso creíamos

Algún día, todas esas carcajadas se transformaron en momentos de tensión o incluso de resentimiento. No sabía qué había pasado, pero habíamos dejado de soportarnos. Habíamos dejado de lado ese vínculo que nos unía para forjar una sutil enemistad. No entendía qué había pasado, pero creo que tampoco lo comprendía nadie y, como siempre, la gente comenzó a establecer sus alianzas. Quién era el bueno y quién era el malo. ¿Justo? No. ¿Necesario? Tampoco. 

En este tipo de batallas silenciosas, siempre hay un ganador y un perdedor acorde a la opinión popular. Siempre se determina quién es la víctima y quién es el verdugo según las convicciones de cada uno. Reducimos la vida a dos posiciones opuestas: los buenos y los malos. 

Siempre crees que eres el bueno, hasta que la gente decide encasillarte como la persona que ha hecho daño a la otra. Argumentos insignificantes y frases lapidarias son su mejor arma para demostrar que tú eres quien ha hecho todo mal. 

Aunque al inicio me hundí tras verme olvidada como un muñeco viejo y adopté inconscientemente un rol victimista, hoy me despojo de todos mis temores y alzo la voz a los cuatro vientos para deciros: 

Ni el bueno es tan bueno ni el malo es tan malo. 

miércoles, 3 de junio de 2020

Reflexiones

Imagen de Darya Ogurtsova

Salta y ríe, salta y no pienses en el mañana. Deja todas tus preocupaciones a un lado y disfruta de hoy, porque es lo único que tienes. 

A veces, estamos tan concentrados en el futuro y todo lo que nos gustaría hacer, yo la primera, que nos olvidamos de lo fundamental. Este tiempo se va para no volver y, si no lo aprovechamos, quedará como una etapa más en nuestra vida que hemos dejado pasar. 

Mi pregunta es: ¿cuántos momentos habéis dejado pasar vosotros? Yo muchos, esperando un tiempo mejor o simplemente enfocándome en cosas que pensaba en aquel momento que eran más necesarias que disfrutar de la vida. Estudiar,  trabajar y un largo etcétera. Al final, me he dado cuenta de que en su justa medida todo es importante. 

Nada debería desequilibrar la balanza por encima de nada. Aunque creas que algo es fundamental a día de hoy, cuando eches la mirada atrás verás que no lo era tanto. que tal vez otros instantes que consideraste menos relevantes eran los que de verdad deberías haber aprovechado. 

Así que de buena mañana escribo este post para deciros que si hay algo que no estéis haciendo o lo estéis posponiendo por la falsa creencia de que lo podéis llevar a cabo después y no me refiero a deberes o trabajo, os sentéis con vosotros mismos y lo disfrutéis. Si no, pasará el tiempo y algún día las excusas de hoy serán las preguntas del mañana: ¿por qué dejé de hacer esto? 

Escribir un libro. 
Escribir un guion. 
Dibujar. 
Aprender un baile. 
Apuntarse a una audición. 
Ser feliz.
Las opciones son infinitas. 

¿Cuáles son vuestras excusas? 


sábado, 30 de mayo de 2020

Vive el presente

Imagen de Cristina Gottardi

Los primeros años de Lucy no fueron fáciles, lo que la obligó a crecer más rápido de la cuenta, vivía en una pesadilla constante. Pero como dice el dicho, no mal que dure cien años, y momentos mejores llegaron. Fue durante la adolescencia, cuando consiguió crear un buen grupo de amigos con los que disfrutó maravillosas aventuras. Nunca se había reído tanto, ni se lo había pasado tan bien. 

Sin embargo, las situaciones siempre evolucionan y una vez se graduaron y fueron todos a la universidad, comenzaron a separarse. Ya no estaban tan unidos como antes, cada uno parecía haber rehecho su vida con otras personas, todos menos Lucy. Lucy seguía anclada en el pasado, viendo cómo se iban esos días para no volver.

Esta no es la historia en la que todos dejaron de ser amigos y nunca más se volvieron a ver. Siguieron quedando de vez en cuando para ponerse al tanto y recordar viejos momentos. Simplemente, todos habían continuado por otro camino, incluida Lucy, solo que ella deseaba que todo volviese a como era antes. 

En el final de sus días, todavía pensaba en esos años tan positivos para ella. Cuando falleció, el concepto de Cielo no era como se lo habían planteado, sino que se le daba la opción de quedarse a vivir en una etapa de su vida, en la que más feliz hubiese sido. Todos los días serían diferentes, pero siempre dentro de un mismo período. Lucy, obviamente, escogió la parte de su adolescencia en la que se lo pasaba tan bien con sus amigos. 

Al principio, se alegró mucho de poder recuperar esos años que creía perdidos y comenzó a divertirse al máximo. Sin embargo, al cabo de las semanas, se dio cuenta de que algo no iba bien. Se estaba empezando a cansar en determinados momentos y entonces comprendió que tal vez su adolescencia no había sido tan maravillosa como la recordaba. No, no había sido mala época, pero tal vez en contraste con aquella infancia negativa ella la había visto con mejores ojos. 

Lo que no se había dado cuenta es que había dejado de vivir el presente por recordar aquellos años que ella misma idealizó. Ahora ya es demasiado tarde para ella, pero desde aquí, Lucy te quiere mandar un mensaje: Vive el presente


Espero que os haya gustado la entrada, disculpad por no haber publicado el miércoles, ha sido una semana muy ajetreada de trabajo.

lunes, 25 de mayo de 2020

Feliz cumpleaños, papá

Imagen de Derek Thomson


El texto de hoy se lo quiero dedicar a mi padre, que su cumpleaños es mañana y a causa del confinamiento lo tenemos que celebrar en ciudades diferentes.  

Supongo que podría decir lo típico que se dice en las felicitaciones de cumpleaños: te quiero mucho, eres el mejor padre del mundo, no sé qué haría sin ti... Y, aunque todas son ciertas, creo que mi felicitación puede ser un poquito más extensa. 

Mi padre y yo no compartimos casi ninguna afición, excepto la de ver series de ciencia ficción. Es por eso que de pequeña nuestros pocos momentos padre e hija eran con los juegos de ordenador, que he de reconocer que siempre nos acababan matando porque él no tenía mucha maña. Pero yo me lo pasaba muy bien igualmente. 

Así como otros vínculos padre e hija han sido mucho más sencillos y fluidos, nuestra relación sí se ha tambaleado por diferentes obstáculos en la vida. Pero creo que eso nos ha hecho más fuertes y que nos queramos más, porque nos queremos de verdad, no ponemos el modo automático al afecto que nos tenemos porque él sea mi padre y yo su hija. 

Sin su apoyo, desde luego que no sería quien soy a día de hoy ni habría cumplido todos los sueños que he logrado a día de hoy. Me considero una persona afortunada por tenerlo a mi lado y eso no lo puede decir todo el mundo. Porque como mi padre no hay otro, ni lo va a haber nunca.


Gracias por hacerme reír.

Gracias por estar cuando te necesito.
Gracias por hacerte querer. 

Papá, te quiero muuuuuuucho, feliz cumpleaños. 

sábado, 23 de mayo de 2020

Amor al miedo

Imagen de Priscilla du Preez 

Dicen que el miedo nos hace más fuertes.
Dicen que el miedo consigue sacar lo mejor de nosotros.
Dicen que el miedo nos ayuda a lograr lo que deseamos.

¿Por qué estamos tan empeñados en endulzar las emociones negativas? ¿Por qué no las vemos como lo que realmente son?

El miedo obstaculiza nuestra vida.
El miedo nos impide actuar con normalidad en las situaciones menos esperadas.
El miedo nos paraliza.

¿Quién decidió que íbamos a idolatrar este tipo de sentimientos, que íbamos a sentir un repentino amor platónico por el miedo? ¿Quién desequilibró la balanza para que las emociones negativas tuviesen más peso que las positivas?

¿Y por qué no sustituimos miedo por otra palabra?

Dicen que el miedo la pasión nos hace más fuertes.
Dicen que el miedo la pasión consigue sacar lo mejor de nosotros.
Dicen que el miedo la pasión nos ayuda a lograr lo que deseamos.

Dejemos que la pasión sea lo que domine nuestro mundo y no el miedo. 

miércoles, 20 de mayo de 2020

El libro de tu vida

Imagen de Nguyen Thu Hoai

Todo el mundo bromea constantemente sobre lo que pasaría si tuviesen entre sus manos un libro en el que le contaran su vida. Algunos afirman que lo leerían y otros se negarían a hacerlo, pero, ¿realmente alguien se ha visto en tal situación como para saber cómo actuaría? 

Danna recibió un día una grata sorpresa al encontrarse en su habitación un libro que no era de su colección. No era un secreto que a ella le encantaba leer, por lo que pensó que simplemente sería un regalo de sus padres. En la cubierta, lo único que estaba escrito era su nombre completo en tinta dorada, algo que le sorprendió bastante.

En cuanto pudo, comenzó a leerlo, y poco tardó en saber que era el libro de su vida. Todas las situaciones que le ocurrían de pequeña, tanto las buenas como las malas, estaban narradas con todo lujo de detalles. 

Poco a poco, quiso pasar con rapidez las páginas de lo que había vivido y se obsesionó por conocer qué es lo que le deparaba el futuro. Las líneas prometían traiciones y alegrías que ella no esperaba de determinadas personas, y no terminó de creerse su futuro, por lo que abandonó la lectura durante unos meses. 

Cuando, efectivamente, empezó a suceder todo lo que había leído entonces, comenzó su obsesión por el libro. Quiso saber todas y cada una de las cosas que le deparaba la vida, para estar preparada emocionalmente. Pero hubo un momento en el que la situación llegó hasta tal punto que su vida giraba en torno a las constantes consultas que realizaba al libro... total, si ya está escrito, ya ha pasado en el futuro. 

En más de una ocasión tuvo curiosidad por leer la última página, que cada vez estaba más cerca y que describiría cómo sería su muerte, pero no lo hizo, temía lo que se podía encontrar. ¿Sería pronto porque se estaba acercando ya a su final? 

Durante años, siguió la narración del libro como una marioneta, aunque supiese que una relación con una persona no iba a acabar bien. Ella era tan solo la actriz de la adaptación del libro de su vida. ¿Para qué cambiar lo que estaba ya en su destino? 

No obstante, un día un familiar murió, algo que nadie esperaba. Según el libro, esta persona la acompañaría durante más tiempo. Entonces, se percató de que la historia había cambiado ligeramente, con este fallecimiento repentino. 

Al día siguiente, decidió realizar todo lo contrario de lo que estaba estipulado y se escapó de su destino. Se pasó todo el día merodeando en un parque con el libro en mano para ver si cambiaba la historia, entonces se le acercó un chico que entre sus manos tenía el mismo libro. Le sorprendió ver que no era la única con semejante desdicha. 

–Más que una bendición es una maldición, ¿verdad? –bromeó él. 

Ese encuentro tampoco estaba escrito en la historia, según el libro, hoy iba a ser un día monótono que no saldría de casa y se tiraría comiendo helado de chocolate todo el día. Y cuatro páginas después... la última, ¿sería que iba morir pronto? 

–¿Cuántas veces ha cambiado ya para ti? –le preguntó al ver que Danna no contestaba. 
–Ayer fue la primera y seguro que hoy, la segunda. 
–Y no será la última. Hoy voy a tirar este libro, estoy harto de que me condicione en mi vida. ¿Te apuntas conmigo? 

Danna, instintivamente, afirmó con la cabeza porque, realmente, ¿qué le había aportado esa lectura desde que había llegado a su vida? Solo sufrimiento. Se acercaron a la basura más cercana y destruyeron todas y cada una de las páginas. Intentó no mirar en concreto la última, pero fue inevitable hacerlo y ahogó un grito cuando la leyó. 

Mientras se alejó con el chico a otro punto del parque, una vez acabaron de destruir esos dos tomos, Danna no dejó de pensar en lo que ponía en el libro. No era realmente su muerte, era su renacimiento como persona, ahora estaba más viva que nunca. 

¿Queréis saber que decía la última línea del libro de su vida? 

"Por fin, después de años inmersa en esta lectura, Danna, comenzó a vivir". Y así tomó de nuevo las riendas de su vida. 

lunes, 18 de mayo de 2020

Desnúdate

Imagen de Vinicius "amnx" Amano 

Desnúdate y mírate al espejo. 
¿Qué ves? Posiblemente el paso de los años, las mayores inseguridades y la eterna comparación con otros cuerpos. 
Pero dime, ¿qué tiene de malo tu cuerpo? Es maravilloso con sus perfectas imperfecciones. 

Desnúdate y acéptate. 
Nosotros somos nuestros peores enemigos, sacando constantes defectos a lo que somos y tú lo haces todos los días. 
Te machacas frecuentemente con lo que podrías ser, pero así no tienes en cuenta lo que ya eres. Un ser fascinante con ganas de comerse el mundo.  

Desnúdate y olvida todo lo que no te gusta de tu cuerpo. 
Hazle el amor al paso del tiempo.
Hazle el amor a los complejos.
Y hazle el amor a los cánones de belleza. 

Porque tú, amigo o amiga, mereces la pena y la alegría tal y como eres. 

sábado, 16 de mayo de 2020

Y nunca lo dejaban ir

Imagen de Anthony Delanoix

Mark vivía con mucha gente en casa, pero no eran unos inquilinos cualquiera, se trataban de las emociones negativas. Se tiene la creencia de que cuando te invade un sentimiento poco positivo, este se convierte en una losa en tu espalda, impidiéndote respirar, pero en realidad es mucho más que eso: se transforman en personas invisibles.

En el caso de Mark, los sentimientos negativos aparecieron en una etapa muy difícil para él cuando era pequeño. Entonces, un día, llamaron a la puerta Tristeza y Decepción, quienes llegaron para quedarse. Al principio, le hacían compañía en tan duros momentos, no se sentía tan solo. No obstante, luego empezó a verse mucho peor, porque esos inquilinos no le dejaban vivir. 

Se duchaba, ahí le acompañaba Tristeza
Intentaba entablar una amistad, ahí le acompañaba Decepción
Y nunca lo dejaban ir. 

Conforme se fue haciendo mayor, se colaron en su casa Envidia, Rabia y Resentimiento, quienes mostraban una actitud mucho más pasivo-agresiva que las dos anteriores. Ya no tenía suficiente espacio en su piso para que todos estuvieran cómodos, así que empezó a dormir en el suelo para que  tuvieran una cama. No sabía qué es lo que ocurría, pero todos esos inquilinos en lugar de apoyarle, lo hundían más en la miseria. 

Al oír los logros de una persona, Envidia le impedía ser feliz. 
Cuando se enfadaba por una injusticia, Rabia le obligaba a ser mucho más violento.
Cuando intentaba perdonar a alguien, Resentimiento le paralizaba.
Y nunca lo dejaban ir. 

Un día, tras una fría noche encima del parqué de su habitación, harto de vivir con sus emociones pensó que tenía dos opciones. O bien podía dejar que todas ellas le consumieran hasta el final de sus días o bien podía echarlas de su casa y prohibir que volviesen a entrar Así que se levantó del suelo y... 

¿Qué camino crees que eligió? 

miércoles, 13 de mayo de 2020

Una cruz por cada traición

Imagen de Richard Jaimes

Kiersten vive en una sociedad en la que por cada traición hacia ti seas consciente o no, aparece automáticamente una cruz roja tatuada en tu espalda. Cuando eres pequeño, casi todos los niños por norma general están libres de cualquier marca, es a partir de la adolescencia cuando aparece la primera. 

En el caso de Kiersten fue a los trece años, cuando una compañera de clase se encargó de difundir una imagen errónea de ella. A Kiersten no le hizo falta pensar en quién era responsable de esa cruz, porque ya lo sabía. La primera vez siempre queda en la memoria de la gente, el resto son tan solo un recordatorio de que la frase Homo homini lupus es en cierta manera verdad. 

Siempre hay una fase en la que la gente se obsesiona con saber quién les está traicionando cada vez que aparece la maldita marca en su espalda, a Kiersten le ocurrió eso a los dieciocho. Cansada de la doble cara de algunas personas, decidió buscar a los responsables de todas y cada una de las cruces. Su pareja, un miembro de su familia, su mejor amiga... todas esas decepciones habían quedado tatuadas en su espalda. 

Se supone que esas ganas por saber quién está detrás de cada cruz desaparece con los años y te acostumbras a que habrá gente en esta vida que por mucho que te quieran inevitablemente te traicionarán, pero en Kiersten fue mucho más allá. Abandonó muchas de sus relaciones por miedo a que apareciese esa marca otra vez. ¿Es que ella tenía más cruces que nadie? Lo dudo, simplemente le afectó más. 

Así transcurrieron cinco años hasta que llegó a los veintitrés, sin una vida plena por temor al sufrimiento. Un día, mientras se encontraba en su casa, vio por la ventana a un chico de aproximadamente su edad sin camiseta, mostrando su espalda, que estaba casi repleta de cruces. Pero en él había algo diferente a ella, él parecía disfrutar del momento independientemente de haber sufrido todas esas traiciones, algo que sorprendió a Kiersten. 

Algo cambió ese día en ella, por muy anecdótico que fuese el momento. Decidió vivir intentando compensar todos aquellos años que se había quedado enclaustrada en su zona de confort. Para muestra de ello, se tatuó una cruz en la muñeca por todo ese tiempo que, por miedo, de alguna forma ella se había traicionado a sí misma. Pero ya no lo haría más, ahora disfrutaría de la vida como merecía. 

lunes, 11 de mayo de 2020

Mirando el horizonte



Imagen de Dejan Zakic

Escribí este relato cuando tenía dieciséis años, nunca llegué a publicarlo. Lo encontré el otro día por casualidad en borrador en el blog. Espero que os guste.


La niña de los rizos de oro pasó con su uniforme como tantas veces había hecho a lo largo de los últimos meses. El parque le mostraba una fría visión de la realidad a causa de la molesta niebla, que mostraba los indicios de una nevada que se avecinaría.

Como todas las tardes, encontró al mismo joven de diecisiete años que se sentaba en la fuente que jamás liberaría agua de su interior para después volver a filtrarla. Muchas veces eran las que lo había visto mirar al ahora nublado cielo en busca de la respuesta a una desconocida pregunta que rondaba en su cabeza.

En menos de diez segundos, la niñase vio dentro de la mugrosa fuente usando su infantil mochila como asiento para no mancharse la falda de cuadros escoceses. 

     –Hola –comenzó la niña–. ¿Qué haces en este sitio?

El joven ni se inmutó de su presencia los primeros diez segundos, como si su voz hubiese sido el rugido de un molesto coche que acaba de pasar afectado por el efecto Doppler. Luego la miró y se retiró unos centímetros para no estar tan cerca de ella, como si su presencia lo estorbase. Pero no dijo nada.

    –Durante estos días te he visto mucho por aquí. –continuó, quien nunca tomaba el silencio como respuesta–. Pareces triste, ¿te pasa algo?
     –No estoy triste. Simplemente tengo un dolor en el pecho que me impide ser feliz.
    –¿Te duele aquí? -señaló la parte izquierda de su pecho, donde se encontraba un musculoso corazón que bombeaba sangre segundo tras segundo–. Mi profesora dice que si eso es así...

Él ya no la escuchaba, sus risas eclipsaban la voz de la preadolescente. Podía ver cómo articulaba cada una de las palabras pero le era imposible oírlas, como si un potente hechizo se lo impidiese.

    –No, no hablo de ese tipo de dolor –volvió a ponerse serio en cuanto decidió cesar con las risas–. A veces simplemente desearía no encariñarme tanto con la gente para que luego su ausencia no me destroce y tenga que vivir con el fantasma de su pasado.
    –Las pérdidas no son nada más que obra de la vida para mostrarnos que la crueldad a veces no está sólo en las personas, sino en lo que nos rodea. Pero siempre hay que saber que ellos estarán siempre velando por nosotros. Por ejemplo, ahí -comentó mientras apuntaba a un lugar desconocido del horizonte.

Las carcajadas volvieron a retumbar en el espacio abierto que se les presentaba en ese instante, pero ella no se unió a la melodía que ellas provocaban, tan sólo se mantuvo taciturna a la espera de su fin.

    –Dime una cosa, ¿eso lo has pensado tú? -preguntó curioso. Entonces, volvió a reírse-. ¿Dónde vives, en Sabelotodolandia?
    –No. En realidad, vivo al final del parque, en la rotonda, donde está la parada de autobús. Y eso no me lo he inventado yo, me lo dijo papá.
    –¿Y no es él quien te ha dicho tantas veces que no le confieses a desconocidos dónde vives?

La niña frunció el ceño y se levantó a la vez que observaba sus zapatos de charol, los cuales estaban llenos de una fina capa de arenilla procedente del suelo granuloso del parque.

    –Pero, ¿qué dices, Caleb? ¡Si eres mi hermano!
    –Tal vez, pero en lo más profundo de mí, no soy más que un completo desconocido para ti.

La pequeña tiró de la mano del joven para que dejase el tan incómodo asiento y se dirigiesen ya a su casa. Pero él no desistía, quería quedarse unos minutos más sumido en el silencio y solo, completamente solo.

    –Va, venga,  no puedes estar eternamente así. A ella no le gustaría.

Nada más decir eso, se le ensombreció el rostro. No debería haber dicho eso. Aunque actuase de forma reacia cada vez que la nombraba, sabía que le dolía; que en un fondo que, como él decía, desconocía, esas palabras eran como afilados punzones que se clavaban en su alma.

    –Tienes razón. A veces se me olvida lo sensata que eres, enana.

Tras esto, le revolvió los mechones de su acicalado cabello y la tomó por la mano. Después, se perdieron en las sombras que los árboles proyectaban para dirigirse a casa.

sábado, 9 de mayo de 2020

Al buen tiempo, mala cara

Imagen de Pietra Schwarzler

Todos los días tenemos que ser felices. 

Como si de robots nos tratásemos, fingimos que eso de la tristeza no va con nosotros. 
Si nosotros somos felices, ¿qué son esas lágrimas que nos persiguen por las noches? 
¿Por qué hay veces que simplemente tenemos ganas de desconectar de todo por un día? 
Y, ¿por qué cuanto más intentamos apagar esos sentimientos negativos, más fuerza tienen?  

Si hay algo que he aprendido con los años, es que no se puede estar bien siempre. 
Que tenemos que mimarnos. 
Que deberíamos ser más respetuosos con nosotros. 
Que si no fuesen por los malos momentos, no valoraríamos los instantes en los que nos sentimos plenos. 
Así que, si hoy no es tu día, ni tu semana, ni tu mes... sonríe, porque como todo en la vida, esto también pasará, volverás a reír. 

Acepta que hoy estás mal y que mañana será otro día. 


miércoles, 6 de mayo de 2020

Al compás de los latidos

Imagen de Scott Broome

¿Quién ha dicho alguna vez que el amor es de ñoños? ¿Y quién después de enamorarse ha tenido que tragarse sus palabras? 

Eso es lo que le pasó a Layla, abanderada de las causas contrarias al romanticismo. Layla no era como el resto de chicas de su edad, que desde pequeñas habían crecido con el ideal de encontrar al amor de sus vidas, ella detestaba esas cosas. Por eso, cuando jugaban con sus amigas a las muñecas, siempre intentaba guiar la aventura por territorios diferentes a los de sus amigas, quienes emparejaban enseguida a sus juguetes con novios imaginarios. 

Pero, al final, eran niñas y, a excepción de ese momento en el que se sumergían en las historias que inventaban, el resto del tiempo no había chicos. De hecho, estaban en la edad en la que ambos sexos se detestaban mutuamente y hacían lo imposible por demostrárselo entre ellos. 

No pasó lo mismo cuando llegaron al instituto, momento en el que sus amigas comenzaron a tener relaciones con chicos. ¿A cuál de ellas más cursi?, refunfuñaba por dentro Layla al ver cómo el amor las transformaba, todo para que luego al romper con sus novios, esa historia en común que habían construido quedara en lloros y palabras de odio. Y vuelta a empezar.

Layla también quedaba con chicos, pero ninguno conseguía despertar esa chispa, de hecho, solo reafirmaba sus ideas de que el amor no era para ella. Hasta que llegó Matt, el chico nuevo de clase y con quien la emparejaron para un trabajo de una asignatura. En un principio, Matt era otro de esos chicos que no encendían esa llama en ella, tal vez incluso menos que el resto. No obstante, después de diferentes tareas del instituto, Layla empezó a sentir algo por él, ¿solo cariño? No lo creía. ¿solo deseo? Tampoco. A lo mejor Matt le estaba empezando a gustar, por muy imposible que pareciese. 

No tardaron en empezar a salir y Layla vio con ojos de sorpresa cómo ella era igual que el resto de sus amigas. Reía. Bailaba. Soñaba. Suspiraba por él. Se había convertido en todo lo que ella rechazaba, pero para su sorpresa ella se sentía bien siendo así. ¿Quién sabe? Tal vez algún día su relación se rompería en miles de pedazos, pero siempre le quedaría el recuerdo de que ella, Layla, no era inmune a amar... ni mucho menos a ser ñoña. 

lunes, 4 de mayo de 2020

Estoy contigo

Imagen de Mohamed Nohassi 

Te has quedado paralizado, renegando del presente.
Te muestras impasible, esperando un tiempo mejor.
Te pasas las horas mirando el reloj, deseando que todo acabe pronto. 

No te juzgo, yo hice lo mismo que tú. Pero... 

Renegando del presente, olvidas construir un futuro diferente. 
Esperando un tiempo mejor, tu dramática realidad te seguirá asfixiando. 
Deseando que todo acabe pronto, cualquier solución queda en eso, en deseos. 

La vida está llena de experiencias buenas y malas, ninguno somos inmunes a sufrir, así como por suerte tampoco dejaremos nunca de reír. Cuando llegan los tsunamis emocionales, la respuesta no es huir, te lo digo por experiencia, amigo, y estoy aquí contigo para ayudarte a luchar contra todos los dragones y monstruos que se nos pongan por delante. 

Sal de casa y cómete el mundo, porque toda esta situación debe de haberte dejado con hambre. Solo tienes el presente para cambiar tu vida, pero, si te soy sincera, es todo lo que te hace falta. 

Imagen de Fuu J

Para todas aquellas personas que por miedo o apatía, deciden quedarse en la situación en la que están, esperando que todo se solucione solo algún día.

sábado, 2 de mayo de 2020

La chica que se eligió a sí misma

Imagen de Priscilla Du Preez

Gwen era una chica ingenua en su adolescencia, no era algo negativo pero al final ella carecía del resto de experiencias con las que contaban sus compañeras. Ella las experimentaba, pero de otra manera, leyendo las novelas románticas con más popularidad del mercado. Fantaseaba con tener una relación así con el chico que le gustaba entonces, Scott, pero él la ignoraba. Y no, no era como en la ficción que al final el chico se da cuenta de lo mucho que quiere a la protagonista. 

Scott solo hablaba con Gwen cuando necesitaba que lo ayudase en algún trabajo, dado que ella sacaba sobresalientes en prácticamente todo. Se aprovechaba de ella porque sabía que él le gustaba, y para que siguieran con sus clases particulares, de vez en cuando él le daba una pequeña esperanza de que podría haberse enamorado de ella. Nada más lejos de la realidad, ya que Scott estaba saliendo desde hacía meses con la hermana melliza de su mejor amigo.

Aunque Gwen sabía este dato, ella tomaba como referencia numerosas historias en las que el chico dejaba a su actual pareja por la protagonista, pero esta no iba a ser una de aquellas ocasiones. De hecho, un día, Scott y su novia Tracy, cuando ya estaban a punto de terminar el instituto, planearon gastarle una broma a Gwen para burlarse de ella. Scott la invitó a cenar para darle las gracias por  la ayuda de todos esos años y ella, como no podía ser de otra manera, aceptó. 

Scott no solo no apareció en el punto en el que habían quedado, sino que desde un coche empezaron a tirarle globos de agua, destrozando por completo el look que llevaba. Gwen no era estúpida, sabía que habían sido sus amigos y él quienes la habían humillado de tal manera, y se fue llorando a casa. Las lágrimas aumentaron al día siguiente, cuando él, junto a sus amigos y Tracy, se rieron de ella delante de toda la clase. Del amor al odio hay un paso, dicen, y ella lo acababa de cruzar. 

Los años pasaron, en concreto diez, hasta que los caminos de Gwen y Scott se volvieron a cruzar. Fue en el trabajo de ambos, se encontraban en departamentos diferentes de la misma compañía. Scott, que había madurado a lo largo de los años, se sentía profundamente arrepentido por todo el daño que le había hecho a Gwen cuando era adolescente. 

Trató de acercarse a ella para propiciar una reconciliación, y poco a poco comenzó a verla de manera diferente, tal vez de aquella forma que debería haber hecho en el instituto. Por aquel entonces, se obsesionó con la belleza superficial de Tracy y despreció el verdadero afecto que le profesaba Gwen. Un día, la invitó a cenar, y aunque ella era reacia a hacerlo, acabó contestando que sí, ¿por qué no? En esta ocasión sí que apareció Scott y la llevó a la cadena de comida rápida de la zona, y se lo pasaron muy bien. El problema es que ella ya no sentía lo mismo por él.

La próxima vez que quedaron, Scott le confesó lo mal que se sentía por lo que le hizo a ella y le pidió perdón con sinceridad, disculpas que ella aceptó al ver que eran en serio. Sin embargo, cuando él le declaró sus sentimientos, ella lo rechazó, algo que Scott no terminaba de entender. 

–¿No se supone que estabas enamorada de mí? –preguntó.
–Hace diez años, antes de que me lanzarais esos globos de agua. Ahora solo te veo como Scott, el chico de la planta de arriba, pero podemos ser amigos, no te voy a decir que no a eso. 

Scott y Gwen analizaron en silencio las palabras del otro y sacaron la conclusión de que el amor nos llega a tiempo diferente. Tal vez es demasiado tarde para unos y demasiado pronto para otros. Posiblemente, esta no sea la historia en la que ella se enamora después de la reconquista de él, pero sí que es la historia de una chica que se eligió a ella misma por encima de todo. 

miércoles, 29 de abril de 2020

Somos actores

Imagen de Anastasia Shuraeva

Sarah tiene dieciocho años y es actriz. No, no actúa en ningún escenario y no ha salido en tu serie favorita, es actriz de la vida, ha creado su propio personaje en torno a su persona. 

De pequeña, cuando jugaba con sus amigos, todos fingían ser alguien que no eran. Ya sabes, la Sirenita, Cenicienta o Hermione Granger, depende del día. Sin embargo, una vez todo esto terminó, ella continuó actuando de cara a los demás. Fue el momento en el que vio que su situación en casa era muy diferente a la de sus amigos, no comprendía cuál era el problema pero simplemente su vida era distinta. ¿Peor que la de los demás? Todavía no lo podía saber con certeza.  Pero no podía ser sincera, veía lo que otras personas de clase hacían con los que no encajaban, los marginaban. Eso no le iba a ocurrir a Sarah, ella luchó por ser una más, incluso si para ello tenía que mentir.

Pero no son mentiras realmente ¿no?se excusaba– Quiero decir, al final, no contar la verdad no es mentir, simplemente es guardarte cosas para ti. 


Con esa "razón", día tras día, escondía sus lágrimas en un pañuelo, los gritos que escuchaba en sus auriculares y su apatía en una sonrisa. Y así fueron pasando los años, hasta que Sarah se acostumbró representar el papel de la alegría y la vida plena, pero solo delante de sus amigos, quienes se habían convertido en sus focos y cámaras. Era feliz, por fin había conseguido creerse su papel, ya era toda una protagonista de película.


A día de hoy, Sarah continúa siendo la actriz perfecta de su vida imperfecta. Esta historia no tiene moraleja porque, tras llegar a la edad adulta, sabe que no solo ella ha narrado su propio cuento inventado, son muchos los que esconden las mayores tristezas en el bolsillo del pantalón.

lunes, 27 de abril de 2020

Querido arrepentido

Imagen de Alexander Shustov

Querido arrepentido,

Sé que estás ahí, detrás de las sombras, lamentándote otra vez por tus acciones. Estás tan anclado en el pasado que has perdido el rumbo del presente y la brújula del futuro. ¿Por qué hice esto?, vuelves a preguntarte como si el silencio fuera a responderte. 

Tal vez hiciste daño sin querer a alguien que te importaba o quizás arriesgaste todo para después perder. Arrepentirse es de humanos, pero me da la sensación de que acordarte del pasado te está paralizando. Déjame decirte que si no fuera por tus acciones te habrías perdido muchos momentos que ya no podrías recuperar.

Hay gente que constantemente se esconde en su burbuja de cristal viendo la vida pasar, sin evolucionar a lo largo del tiempo. Tú, en cambio, decidiste romper ese refugio y salir a la calle a comerte el mundo. ¿Te equivocaste? Como todo el mundo que le pierde el miedo a vivir, todo tiene sus consecuencias buenas y malas. 

¿Por qué no piensas mejor en las personas que conociste, en los recuerdos alegres que quedarán para siempre en tu memoria? ¿En todo lo que has crecido? Y, sobre todo, en que cuando mires atrás al final de tus días, acabarás agradeciendo a tu yo más joven por todas las experiencias que viviste. 

¿Qué quieres que te diga, arrepentido? Prefiero formar parte de tu grupo de lamentos que unirme a aquellos que, por temor, han fabricado su propia burbuja de cristal. 

sábado, 25 de abril de 2020

Dicen que el tiempo lo cura todo

Imagen de Jorge Flores

Dicen que las rupturas amorosas son las más dolorosas, pero no siempre es así. Para Alice, nada le encogerá el corazón más que recordar su antigua amistad con Lenah. 

La conoció en tiempos convulsos de la adolescencia, cuando cualquier emoción se siente con más fuerza que una vez se alcanza la edad adulta. Para Alice, la llegada de Lenah no era la de una amiga cualquiera. Era una persona con la que compartía los mismos hobbies, gustos y formas de pensar, algo que en esa época le parecía difícil de encontrar. 


Cuántas conversaciones. 
Cuántas risas.  
Cuántos "cuando seamos mayores haremos/iremos/hablaremos...".


Dicen que el tiempo lo cura desordena todo. La gente se hace mayor, cambia y eso a veces pasa factura a las amistades, como la de Alice y Lenah. Conforme pasaron los años, poco a poco dejaron de ser inseparables, y acabaron convirtiéndose en extrañas. Alice se percató de cómo iba pasando todo esto sin poder hacer nada para evitarlo, la realidad se le escapaba de sus manos. 

Tal vez Lenah se estaba alejando. 
Tal vez era Alice la que se estaba apartando. 
Tal vez, de alguna forma, ambas decidieron seguir caminos diferentes. 



Dicen que la gente viene y va, como si por eso el fin de una amistad fuera menos importante. Y es que acabar una relación con el silencio lo convierte todo en un puñal muy afilado que amenaza siempre con herirte.

Han pasado los años y, aunque Lenah ya es un fantasma del pasado, a veces Alice se sigue acordando de ella: siempre con ternura, normalmente con agradecimiento y a veces con pena. Aún así, en los tres casos Alice no deja de pensar: 

¿Qué podría haber hecho para que todo fuera diferente?
¿Pensará alguna vez en mí y de todo lo que vivimos juntas?
¿Volverán un día las cosas a como eran antes?

Pero ni la omnipresencia ni los viajes en el tiempo son su don como para obtener esas respuestas. 

miércoles, 22 de abril de 2020

Detrás de la pantalla

Imagen de Leon Seibert

Hace unos meses, conocí a Jenna (me ha pedido expresamente que no dé su verdadero nombre), una tarde de café y reflexiones a través de unos amigos comunes. Me contó su historia, cómo dejó de vivir en la realidad para pasar a ser un reflejo de alguien que no era en las redes sociales. 

En un primer momento pensé que se trataba de otra persona más atraída por la parte bonita del mundo virtual: seguidores, colaboraciones con marcas y muchos muchos viajes. Pero después de una conversación distendida, me aclaró que ella en ningún momento buscaba fama, no se veía capaz de llegar a tener cientos de miles de seguidores como otras personalidades. Ella lo que quería era aparentar una vida que no tenía. 

Dejad que os haga un inciso, Jenna no había tenido nunca una vida fácil, nada que ver con el maravilloso día a día de sus amigos. Con la aparición de las redes sociales, todavía empeoraba la situación, ¿es que todos eran felices menos ella? Así que, como todos aunque ella todavía lo desconocía, comenzó a fingir y a forzar su mejor sonrisa. 

Con la cámara del móvil en la mano, podía pasarse mañanas enteras haciéndose fotos para ver en cuál salía más guapa y natural. También le gustaba subir imágenes y vídeos con su ahora ex novio, le encantaba mostrarle a la gente lo bien que les iba en la relación. Lo que nadie sabía es que ella le había vuelto a perdonar por serle infiel

Las horas pasaban detrás de la pantalla viendo cómo, a pesar de todas las mentiras que ocultaba su sonrisa, el resto seguía pareciendo más feliz. ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Por qué a ellos les iba tan bien y ella tenía que seguir escondiendo su mísera realidad? 

Pero el caso es que su situación no era tan mala, la gente empezó a creerse que Jenna era un adalid del optimismo y la alegría y comenzaron a seguirla en sus redes sociales. Muchos le escribían confesándole que la idolatraban, que les gustaría ser como ella. Esto todavía la hundió más, porque realmente querían a la Jenna de mentira, no a la de verdad. ¿Y si la conociesen? ¿La adorarían tanto? 

Pasaron unos meses hasta que se hartó de la situación, aunque esto no ocurrió hasta que tuvo una conversación con su amiga Alexandra. Esta última le confesó que lo había dejado con su pareja, lo que sorprendió a Jenna, quien había visto en constantes ocasiones el gran amor que se profesaban por redes sociales. 

–Todo mentira, Jenna –le aclaró–. En realidad hacía meses que había dejado de quererle, pero no me atrevía a dar el paso. 

Esto llevó a Jenna a reflexionar, quien se dio cuenta de que las redes sociales no le habían ayudado a llevar la vida que deseaba, sino a colorearla de mentiras. De la noche a la mañana, se cansó de tener que fingir ser una persona que no era, sonreír a todas horas y los dichosos filtros que te ponen más labios. Sin explicaciones, decidió borrar sus redes sociales y sumergirse en la vida real, con su lado bueno y su lado malo, pero al final real. 

Jenna consiguió darse cuenta de que las redes sociales no lo son todo, que lo único que tenemos es el presente y que este no se esconde detrás de la pantalla. Por desgracia, Jenna no existe realmente, pero dentro de nosotros, todos llevamos un poco de ella fingiendo ser quienes no somos. Tras las imágenes, los filtros y las sonrisas seguimos sus pasos, todos somos Jenna.